lunes, 22 de agosto de 2011

Capítulo 1. "And I love you more than I did before"


Hola! Bueno, este es el principio de la historia. Puede parecer que no me adentro mucho en los personajes y eso, pero es el primer capítulo, Me encantaría que lo leyeran y que les gustara, si alguien lo lee (a ver si hay suerte) agradecería un comentario o algo.
Muchas gracias <3

Las gotas chocaban fuertemente contra el cristal del coche.
Un viejo Ford de año indefinible que mi padre posee desde su juventud, se lo regaló su padre y es como una reliquia para él, a veces pienso que quiere más a ese estúpido coche que a toda la familia.
Era lunes por la mañana y como otra mañana de lunes más, mi padre me llevaba al instituto, 45 minutos de trayecto en los que solía dormir y estudiar, dependiendo del día.
Tenía un mal día, había pasado el fin de semana estudiando un examen que iba a suspender con toda la seguridad del mundo. Contemplaba la lluvia ensimismada, las gotas chocar y jugar a ver cual llegaba antes a lo más bajo del cristal. La lluvia me inspiraba, me gustaba, me parecía que añadía melancolía, un toque de romanticismo a las cosas más normales de la vida.
Últimamente no era yo, pero el fin de semana lo había empeorado una estúpida discusión, una estúpida discusión con mi hermano mayor, Harry.
Cada vez que me decía algo, le contestaba mal, aún sabiendo qué él venía con todo el cariño del mundo a preguntarme qué tal estaba. El domingo por la noche, después de muchas discusiones estallé. Le solté que no quería que se metiera más en mi vida, que mis problemas eran míos y de nadie más. Él, se enfureció y se largó a su habitación, harto de mi y de mis tonterías.
No sé porque últimamente estaba tan sumamente irritable, supongo que todo era por culpa de Hugh.
Hace tres meses y cuatro días corté con el que ha sido mi único novio hasta la fecha, Hugh Baltimore. Llevábamos un año, y yo quería seguir, de verdad que le quería, con toda mi alma. Pero las cosas que sucedieron en nuestra última semana juntos no tienen  perdón. De ninguna manera.

Ultimamente Hugh se había dejado ver por el pueblo en actitud cariñosa con una chica, con Danna Smith. Una chica que está en un curso superior a nosotros y no se la puede comparar con nadie, y menos conmigo. Tiene una cara más bonita que la mía, un cuerpo precioso, unos ojos azules en los que te pierdes y una sonrisa amplia y blanca, un carácter suave y dulce, como siempre he querido ser. Danna era perfecta, perfecta a ojos de todos, y  yo la odio, la odio con todas mis fuerzas, por ser tan preciosa y por estar con él, con la única persona de la que he estado enamorada en toda mi vida. Me sentía fatal, me sentía sola y me sentía mal conmigo misma.
Mi autoestima no es que fuera gran cosa, pero con esto la tenía por los subsuelos.
Él me evitaba, y lo mismo hacía yo, él sentía vergüenza, yo ganas de partirle la cara.
Todo esto me tenía de mal humor. Por esto me pasé el maldito e inmenso fin de semana llorando y malhumorada. Y el pobre Harry lo único que quería era animarme.
Sé que fue mi culpa, pero mi orgullo no me dejaba darle la razón.
Ya se me ocurriría algo para pedirle perdón cuando me encontrara mejor.
Estaba absorta en mis pensamientos cuando la voz de mi padre y un extraño olor me devolvieron al mundo real de nuevo.
-Mierda, otra vez se ha fastidiado el motor, ¡es que tu madre es una enterada! claro, como ella se empeña en ir a ese mecánico que ni idea de coches tiene, ¡Ni idea te digo!, Yo lo podría haber arreglado con mis propias manos, y encima se empeña en cambiar piezas, ¡pero si este coche aguantaba un bombardeo! además que…
-Papá, relájate, seguro que no es nada, si te parece, llama a la grúa y yo me voy caminando al instituto tengo un odioso examen de recuperación de mate a primera hora, y si llego tarde, suspendo.
-Sí, sí, descuida, voy a tener yo unas palabritas con el mecánico de pacotilla ese.

Sí, ese era mi padre, John Whistle, él siempre tiene la razón en todo, y mejor que no se te ocurra discutirle algo, porque vas a salir perdiendo. Trabajaba de reportero en el periódico local, él fue el que me enseñó a disfrutar del campo y de los animales, el que me enseñó a escribir antes que a andar y el que me leía cuentos todas las noches.
Bajé del coche de mala gana deseosa de escapar de ese viejo y apestoso trasto.
Mis botas se hundieron en el barro en el preciso instante en que comencé a caminar hacia el instituto por una senda fangosa. Estaba acostumbrada al barro, por lo que no me importó ensuciarme un poco, total, un poco de barro no podía arruinar un día que iba a ser una ruina de por sí. Caminaba absorta en mi mundo, pensando en cómo no se me había ocurrido ir a dar un paseo al bosque para despejarme este fin de semana.
Divisé la puerta del instituto en el mismo instante en que alguien me agarró por detrás, abrazándome y riendo, casi caemos al suelo, pero conseguí mantener el equilibrio, y miré a ver quién había sido el gracioso, entonces vi un rostro redondo con unos ojos amplios y verdosos escondidos tras unas grandes gafas de vista de pasta. Un pelo liso y cargado rodeaba aquella simpática carita que me miraba entusiasmada. No podía ser otra que Lisa. No éramos amigas desde hacía mucho, pero era una de mis mejores amigas, sin dudarlo. Supuse que tenía algo que contarme
-¡Lena, Lena, Lena!, ¡no te vas a creer lo que me ha pasado este fin de semana!
Le murmure con desgana que me contara y empezó a parlotear, aunque en realidad no le estaba haciendo mucho caso.
-Es que no te lo vas a creer Lena, mira, estaba paseando por la calle principal del pueblo y va y me encuentro con Louis, sí, el que tiene la misma edad que yo y esta súper bueno,  es que atenta que aquí viene la bueno va, se me acerca y ¡Me guiñó el ojo! osea Lena, ¡Que Louis Smith me guiñó el ojo!, Impresionante verdad?
            ¿Cómo podía tener Hugh ese poder sobre mí a estas alturas?
            No debería afectarme, es más deber…
-¡Leeeeeeeeeeeeeeeena! ¿Estás ahí? Bueno, déjalo, se lo voy a contar a las otras, que estás como ausente.
 Cuando me di cuenta de que se había ido ya estaba contándoselo a las demás con su habitual entusiasmo. Esa niña nunca se cansaba.
Sonreí para mí misma al pensar en ella, desde luego, era una gran chica.
Antes de llegar a la puerta del instituto me senté en la pequeña acera que lo rodeaba. Tenía que dejar de atormentarme, era normal estar celosa, era normal echarle de menos, era normal sentirse sola. Respiré profundamente y me dispuse a entrar al instituto, estaba segura de que mis amigas me iban a preguntar sobre el tema, aunque con la única que lo había hablado era con Alex, era apaciguada y me entendía a la perfección, pero lo mejor era que sabía dejar el tema sin necesidad de que yo lo rogara, me comprendía como nadie.
Consulté mi reloj de pulsera, y caí en la cuenta de que como no me diera prisa iba a llegar tarde al examen. En todo el camino al aula no hice más que soñar con caerme y partirme algo, o que de repente el instituto se incendiara, algo, alguna razón que impidiera a mi ser entrar por esa puerta y realizar aquel estúpido examen.




Estaba a punto de llegar, con la garganta seca y temblorosa de los nervios cuando me crucé con Alex. Nos fundimos en un largo abrazo.
-Hey Lena, ¿tú llegando tarde? No es tu estilo…
-Ya bueno, es que a mi padre se le rompió el coche y bueno blablabla en fin, que me voy que tengo una recuperación.
-Suerte, y hablamos más tarde, que así te desahogas un poco, no es lo mismo que hablar por teléfono.

Alex era mi mejor amiga, sin duda alguna, pero no estaba de humor para ella, ni para nadie.
Me detuve en seco delante del aula de matemáticas. Y entré.
Me centré en recordar lo poco que sabía de las funciones, fijé la vista en el examen y comencé a hacerlo.

Una hora de sufrimiento más tarde, entregué mi desastroso examen con la esperanza de aprobar con un suficiente. No, en realidad no, no había esperanza, me sentía mal, si no aprobaba el siguiente examen iba a suspender las matemáticas, y encima estaba todo lo demás… y… estallé.
Las lágrimas  brotaban de mis ojos como si de una cascada se tratase, me apresuré a salir de clase y me encerré en el baño, y lloré y lloré, y lloré hasta que no me salían las lágrimas.
Dicen que cuando lloras las penas y las frustraciones salen de ti con las lágrimas, que te sientes mejor porque el dolor se va, te despeja la mente y te relaja.
Estaba de acuerdo con ello, a medias.
Es verdad que te despejas y desahogas pero el dolor no se va.
Nunca se va.
Me estaba enjuagando la cara cuando detrás de mí apareció alguien.
-Qué sensible eres pequeña Lena.
La miré fijamente a los ojos, era Liz. Mi amiga Liz.
Algo comenzó a brotar en mí y comencé a llorar otra vez, me tiré a sus brazos y empecé a soltar todo lo que llevaba dentro.

-Lena, ya está, en serio, vamos a llegar tarde a alemán.
-Oh mierda Liz. No tengo la cabeza para ir a clase, creo que voy a decir que me encuentro mal y me voy a casa, no aguanto.
-Lo único que vas a hacer en tu casa será llorar, llorar y comer así que venga, quédate y así por lo menos estás con nosotras.
No estaba muy convencida, la idea de estar sola y tranquila en mi casa me gustaba, pero le di la razón, porque, no sé cómo, ella suele tener razón en todo lo que dice.
-Tienes razón, adelántate tú, que voy a lavarme la cara y a tranquilizarme.
-Lena, tampoco es para tanto…
-Liz, tú no lo puedes entender, tú jamás lo podrás entender, ¡tú tienes a Liam joder! Y te quiere y te entiende, y son perfectos y…
-No es justo lo que me dices Lens, Sí está bien estoy con Liam ¿Pero puedo entenderlo no? Tienes que superarlo tienes que venir de fiesta conmigo y enrollarte con muchos tíos, ya verás cómo se te pasa.
Me sonrío y yo me reí, Liz con sus cosas, tenía razón, a lo mejor no en lo de “enrollarme con muchos tíos” como decía ella, pero en lo demás sí, en todo, tenía que superarlo, tenía que vivir, alguna locura quizás, o una aventura, algo nuevo, algo que me hiciera sentir viva otra vez.
Liz, salió de los lavabos con su habitual lentitud hacia la clase de alemán.
Consulté mi reloj y llegaba más de 20 minutos tarde.
Menos mal que la vieja gorda de mi profesora no se iba a inmutar.
Le daba igual, le dábamos igual todos.
Igualmente corrí con la mochila a cuestas y los libros en la mano

No miraba por donde iba por lo que lo que paso después era totalmente predecible.
Noté algo que algo grande y duro se chocaba contra mí y caí al suelo a causa de la impresión del golpe.
-¡Lo siento! En serio, lo siento, ¿Estás bien?
Todavía confusa por el impacto, veía borroso, pestañee par de veces y vi que algo se cernía sobre mí, volvía a pestañear, todavía viendo borroso,  escuché risas de fondo y volví a mirar alrededor y me encontraba en el suelo, en medio del pasillo, tumbada, al lado de mi había un chico mirándome con expresión de preocupación y murmurando cosas.

-En serio, perdóname, ¿estás bien?
 -¿Qué? ¿Eh, que ha pasado?
-Te has chocado conmigo y..
-¿Chocado contigo? ¿Pero estás tonto o qué? ¡Has sido tú! ¿A ver si miramos por donde vamos otra vez eh? ¡Mira el ridículo que me has hecho pasar gilipollas!- Le grité al chico de rostro indefinido a causa del impacto.
-¡Pero si yo no he hecho nada! Ha sido todo culpa tuya, y además, me voy, llego tarde, veo que estás bien y de paso, de mal humor. Adiós.
Me levanté del suelo no sin antes echarle al chico una mirada de odio inmenso y corrí hacía clase de alemán.
Estúpidos distraídos, ¿Pero no veía que yo iba un poco ensimismada y además cargada de libros? Bueno, pensándolo bien, también era un poco culpa mía, a lo mejor me sobró el gilipollas, pero me daba igual, estaba cabreada con el mundo y él formaba parte del mundo, además, ni le conocía, pero igualmente,  él no tenía que decir que toda la culpa era mía.
Llegué a clase y me senté rápidamente, esquivando la mirada de Frau Meyer, que estaba explicando algo en la pizarra.
Steff estaba al lado mío, y me sonrío.
-Está explicando otra vez las conjunciones verbales.
-¿Otra vez? No me lo puedo creer Steff, nos va a volver locos.
-Sí, y además nos tiene preparados ejercicios extra”.
-¿Más ejercicios? Empiezo a plantearme cambiarme a francés.
-Pues no es mala idea, pero mientras, cópiate de lo que tengo hecho, que como te pille Frau Meyer sin ellos te va a mandar el triple. Y créeme que no quieres eso.
      -Muchas gracias Steff, que haría yo sin ti. Y le dí un beso en la mejilla.


Comencé a copiar mientras pensaba en lo buena que era Steff, era la estudiosa del grupo,  no salía mucho pero sabía divertirse, y siempre estaba ahí para ayudarte.
Me alegraba de tenerla entre mis mejores amigas. Mis mejores amigas. Mi grupo de amigos. Todos ellos, Liz, Alex, Lisa, Steff, Daniella, Alan, David y Mick. Hacíamos muchas cosas juntos y nos contábamos todos. Me sentía bien con ellos y me sentía protegida. Eran mis únicos amigos, pero eran todos verdaderos.
Frau Meyer se dio la vuelta y comenzó a hablar sobre lo importante que era para nuestro aprendizaje lo que estábamos dando, sinceramente, me daba bastante igual lo que no prestar atención supusiera para mi educación, me fije en las caras de los demás de la clase y solo vi a tres atendiendo, los demás, al igual que yo, estaban en las nubes pensando en yoqueseque sobre sus vidas, me fije mejor en Alex y no pude evitar soltar una risita, estaba mirando la punta del boli ensimismada, dándole vueltas sin parar y con una sonrisilla. Liz al contario estaba contándole algo que parecía ser bastante interesante a Steff, para cuando les fui a decir a las dos que miraran a Alex, algo ocurrió que hizo que todos prestáramos atención a la clase de repente.



1 comentario:

  1. ¡Hola holitas! @Carmen_pov al habla.
    He visto por twitter el link y no me he podido aguantar. xDDD Sep, soy una viciada a los fics, y más aún a comentar en ellos por lo que..aquí me tienes.

    Bueno, es el primer capítulo, por lo que no puedo decir mucho..me gusta cómo escribes, me gusta mucho.
    Das muchos detalles y aunque yo odie la aparición masiva de detalles, está muy bien escrito para meterme en situación y poder conocer a los personajes, por lo que me gusta.

    Jam..¿con quién se habrá chocado en el pasillo? Tensión e.e
    Espero que subas pronto, porque quiero leer más :)
    ¡Un beso!

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